El pesimismo de los pobres

El combate a la pobreza en Guatemala se ha perdido porque no ha habido crecimiento económico sostenido y no ha aumentado en un porcentaje razonable el ingreso de las personas. El coeficiente de Gini que mide las desigualdades, en materia de ingresos per cápita, disminuyó para América Latina en la última década de 0.57 a 0.54, en tanto que para Guatemala, aumentó de 0.54 a 0.56. Estas son cifras de la decadencia, de un Estado mal dirigido por las élites económicas.

Guatemala exhibe un comportamiento maligno en todos los órdenes que miden el progreso social, la salud, la educación, la seguridad y la estabilidad política. El resto de América Latina alcanzó resultados importantes, la pobreza disminuyó en 16 puntos y una cifra extraordinaria de 70 millones de personas salió de la pobreza. Y un aspecto vinculado a este notable dato es el surgimiento de una amplia clase media, la cual se incrementó de cerca de 23 por ciento en el 2003 a 34 por ciento en el 2012. Hay que decir, sin embargo, que América Latina aún no es una sociedad de clase media en la forma como lo son Uruguay o Argentina. En general, sucede con menor intensidad como le ocurre a Guatemala, pues la mayoría de los que “ascendieron” se supone que salieron de la pobreza, calificativo difícil de extender a un conjunto humano y se situaron en un sector vulnerable, donde permanecen, oscilan, con el riesgo de volver a la pobreza.

La presencia de una franja humana que se mueve con más fuerza y logra subir en la escala social cambia el panorama de las políticas sociales, ahora el Estado tiene una preocupación de cómo desarrollar redes de protección social para integrar a ese conjunto vulnerable que ya ascendió y que es necesario asegurar que no caiga y mantenga su estatus de clase media. La movilidad social es traicionera y a muchos que parecen ascender pueden descender con cualquier pequeña crisis. Esos se llaman los “pobres transitorios”. Pero lo más preocupante son los que nunca lograron salir de la situación de pobreza: son los “pobres crónicos”.

En Guatemala, seis de cada diez ciudadanos son pobres crónicos; en este tiempo no cambiaron. Se entiende por movilidad social los cambios de posición de las personas (o de las familias) en la estructura socioeconómica. Una sociedad con baja movilidad se dice que es una entidad bloqueada, enferma y porque está llena de pobres permanentes. Los ascensos hacia la clase media, en sociedades bloqueadas son ascensos individuales y no ocurren como debiera ser: por estratos o grupos, por miles o millones. Entrar a la clase media es un enunciado con varias significaciones: mejores ingresos, trabajo productivo, consumo diversificado, mayor información y educación, seguridad social, contrato legal y ¡altas expectativas! La estratificación en Guatemala exhibe una movilidad social contradictoria, en donde aparece el cambio modestamente favorable de pobres extremos permanentes, que fueron menos en esta década (-9.2 por ciento); y el número de pobres que forman el estrato bajo que aumentó en un 7.3 por ciento.

Resulta cuestionable el breve aumento de los estratos bajo y medio, en un 4.6 por ciento. El estrato medio bajo, equivalente a unos 5 millones de guatemaltecos, equivale a un amplísimo sector muy vulnerable, en el sentido que no son estables y tienden a caer en la pobreza. Si el crecimiento del Producto Interno Bruto hubiese sido de un cuatro por ciento promedio anual durante la década, la clase media sensu stricto se habría fortalecido internamente, asegurada en una posición estable y diferente del estrato medio bajo. La pobreza disminuirá definitivamente cuando las capas de la clase media baja asciendan mayoritariamente.

Un último aspecto resulta novedoso. Hay varias causas que dan cuenta de la pobreza crónica. Un informe del Banco Mundial indica que las aspiraciones y el estado mental abatido de los pobres crónicos puede ser una importante barrera para su inserción en el proceso de movilidad ascendente. La situación de pobreza conduce a un estado mental abatido, que reduce sus posibilidades y aspiraciones de cambiar y perpetúa el círculo vicioso de la pobreza. “Guatemala, Nicaragua y Honduras que tienen la tasa de pobreza crónica más alta de la región tienen también los niveles más bajos de expectativas positivas”. Los lectores deben recordar que la pobreza también condiciona las esperanzas en lo se refiere al futuro. En todas las encuestas que hemos hecho, la respuesta es la misma: “mi situación económica será peor dentro de uno, cinco, o más años”. Es este un aspecto en que es posible ayudar.

Fuente: Torres Rivas Edelberto, El Periódico,  29 de marzo de 2015.